Transvulcania 2017

TRANSVULCANIA 2017
Isla de La Palma (Canarias – España)
2017-05-13
Distancia: 74.4 km.
Desnivel positivo: 4450 m aprox.
Tiempo: 12:49:41
Posición: 729 / 1607 General
Posición categoría: 681 / 1438 Masculino

La Isla Bonita, el paraíso.

El pasado sábado día 13 de mayo volvía a tomar parte de la salida, por segunda vez, en uno de los más grandes eventos de ultramaratón del mundo: Transvulcania.

En esta ocasión viajaba con María hasta la isla de La Palma, en el archipiélago Canario, para tomar parte por segunda vez de uno de los ultramaratones más reconocidos a nivel internacional, a su vez parte de las series mundiales: Transvulcania. En esta pequeña isla del Atlántico se dan cita, durante los varios días que dura el evento, algunos de los grandes nombres del panorama trail running global, los cuales se mezclan con el resto de corredores amateurs, turistas y locales y parecen disfrutar contribuyendo a hacer de esta cita una fiesta total para los apasionados de este deporte, incluidos ellos mismos.

El ambiente, la gente, el recorrido y sus paisajes, la organización… esta carrera destaca en todos y cada uno de sus aspectos y solo el que la ha vivido entiende porqué los corredores volvemos a ella.

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Los días previos transcurrieron entre viajes y sorprendentemente sin nervios, y los posteriores con la satisfacción del trabajo bien hecho y el descanso requerido después del esfuerzo, disfrutando de los placeres que la Isla tiene a bien ofrecer al turista. De hecho, antes y durante la carrera, supongo por haberla acabado ya una vez hacía dos años, me acompañó en todo momento un sentimiento de seguridad que no había tenido antes previo a ningún ultra. Y no es una carrera para nada sencilla, por lo que había más motivos para lo contrario quizás, aunque desde luego, al final, ésto jugase a mi favor. Pero no quiero adelantar acontecimientos ni aburrir con una novela, así que doy paso a contar cómo me fue en carrera.

Faro de Fuencaliente (Salida) – Los Canarios

A las 02:30 sonaba el despertador y tocaba desayunar, vestirme y recoger las cosas que había preparado durante la tarde anterior, para seguidamente bajar andando hasta Los Llanos de Aridane desde donde autobuses lanzadera nos llevaron a la zona de salida en el Faro de Fuencaliente (unos 45′ de trayecto). Una vez allí, el ambiente ya era espectacular y las caras de sueño daban paso a las de excitación y felicidad de poder poner nuestras zapatillas y el alma en esa línea de salida tan especial. La música retumbaba en las paredes de piedra de los acantilados cercanos. Jaime (el speaker oficial de esta edición 2017) amenizaba la espera con bromas y entrevistas a los corredores élite, ya en primera fila sacudiendo los nervios y esperando al comienzo de la prueba. Y por fin, a las 06:30, el Thunderstruck de AC/DC servía de pistoletazo de salida.

Pese a haberme posicionado bien en la parte delantera del pelotón, para evitar el temido tapón del principio, el sendero inicial y por el cual sube una impresionante «serpiente de luces» es demasiado estrecho y se producen parones. Esta vez me libré de estar parado demasiado tiempo, como sí nos ocurrió en 2015, pero igualmente tuve que buscar posición saliéndome del sendero un par de veces. Y de ahí para arriba, todo corriendo atravesando la Ruta de los Volcanes (Teneguía y San Antonio) manteniendo el ritmo y guardando muchas fuerzas hasta llegar al pueblo de Los Canarios (Fuencaliente), lleno de gente echada a las calles y animando por igual tanto a corredores élite como al último de los amateur.

Es aquí cuando ya uno se da cuenta que Transvulcania es algo más que una carrera. Que, en realidad, es una isla entera y sus gentes volcando en un evento deportivo su corazón, su personalidad amistosa y acogedora, sus ánimos y su agradecimiento a los varios miles de corredores que decidimos visitar su casa. Y, en realidad, los afortunados y agradecidos somos nosotros los corredores.

Los Canarios – Las Deseadas

Sin haber parado a «repostar», seguía con el plan previsto de ascenso hasta Las Deseadas. Un doble kilómetro vertical desde la salida, ahora entre pino canario y arena volcánica, sin descanso y en apenas 20 km recorridos desde el comienzo que más que calentar las piernas sirve de auténtico calentón muscular y aviso de lo que está por venir. Este tramo es crítico y, como no regules bien las fuerzas, es el principal eliminador de corredores en carrera aunque el peaje se pague más tarde. Al coronar el punto más alto de este tramo todavía restaban 55 km hasta la meta, con otro doble kilómetro vertical (esta vez acumulado) hasta el Roque de los Muchachos seguido del temido doble kilómetro vertical de descenso por delante, aunque las vistas del amanecer sobre el Teide al este y de la Caldera de Taburiente al norte de nuestra posición casi parecían restituir las fuerzas gastadas hasta el momento.

Las Deseadas – Refugio de El Pilar

Me encontraba bien, con fuerzas y la cabeza ocupada con pensamientos positivos, consciente de ir por debajo del tiempo marcado en 2015 así como de los tiempos parciales objetivo para esta edición, así que las piernas seguían funcionando y corriendo pese a los intermitentes episodios de flato (todo un clásico que va y viene durante las horas que estoy inmerso en carrera). El descenso hasta el control del Refugio de El Pilar es quizás una de las partes que menos me gustan del recorrido, aunque el ambiente en esa zona sea multitudinario y bastante animado, pero solo quería llegar, marcar tiempo, comer algo de fruta y sólido, rellenar botellas y seguir mi marcha sin perder tiempo. Aunque este año tenía el aliciente de llegar hasta allí por debajo de las 4h y ver en directo la salida de la prueba distancia Maratón, con la presencia del campeón del mundo Luis Alberto Hernando y otros cuantos primeros espadas que por motivos de calendario internacional no pudieron correr el ultra en esta edición.

Pasé el control marcando 3h 50′ de carrera y compartiendo el momento con la llegada del vencedor de la prueba distancia Media Maratón, Remi Bonnet, quien me «daba caza» en el descenso a 500 m de su meta, habiendo salido 1h 30′ más tarde. Impresionante como corre esta gente…

…y no menos impresionante fue ser pasado por Luis Alberto y compañía unos kms más tarde, en una sección sube-y-baja que si los corredores amateur vamos a buen ritmo de 5’30»-6’/km (el que no va andando), los profesionales y siendo sus primeros kms en competición iban «tranquilamente» a ritmos de 4’/km o por debajo. Ganas de tirarse a tierra!

Refugio de El Pilar – El Reventón

En este tramo hice el primer «descanso» en carrera, aunque en realidad no fuese tal. Simplemente me tomé menos de 5′ para caminar mientras comía algo de sólido y evitar que los problemas de flato reapareciesen.

Hasta El Reventón, y más allá del paso de los corredores del maratón y el interés de reconocer muchas caras conocidas del mundillo, poco más ocurrió que sea destacable. El ritmo seguía siendo bueno, los aficionados locales y familias de los corredores seguían animando a ambos lados del camino, las piernas no estaban resentidas ni faltas de fuerza, y no podía afrontar en mejores condiciones físicas y anímicas la ascensión y tantos kms por encima de los 2000 msnm que tenía por delante hasta el Roque de los Muchachos.

El Reventón – Pico de la Nieve

Con aproximadamente 4h 45′ de carrera, iniciaba el ascenso a las cumbres de El Reventón, lo que suponía el regreso a la zona donde en 2015 peor lo pasamos Rober y yo debido a sus problemas de deshidratación. Esta vez no hizo tantísimo calor como dos años atrás, aunque sí estuvimos rondando o por encima de los 25C y siempre hay que cuidar este aspecto e hidratarse bien, pero una temperatura más normal sin duda también me ha lanzado a conseguir el objetivo que tenía para este año.

En el ascenso hasta el Pico de la Nieve destacaban dos puntos de interés. Uno es el Refugio Punta de los Roques, donde a la vuelta de un recodo en la montaña aparecían unas vistas impresionantes sobre la Caldera de Taburiente con el Roque de los Muchachos reinando al fondo. El otro es el reincluído avituallamiento del Pico de la Nieve, que por motivos de logística se encuentra fuera de la ruta original del sendero GR y hasta el cual hay que caer por un descenso que guardaba sorpresa ya que, al retomar la ruta, es necesario remontar ese desnivel perdido de casi 200 m+ por una ascensión muy pesada y pronunciada. Esta variante significa que el tiempo que emplean los profesionales en acabar el recorrido total haya crecido en más de 10 minutos con respecto a la variante de 2015 (que no incluía este avituallamiento en la ruta), lo cual en un amateur a estas alturas de carrera se puede traducir fácilmente en 20-25′ extra.

En cualquier caso, y con 6h 55′ de carrera en mis piernas, decidí que era el momento de parar por primera vez a reponer fuerzas adecuadamente en el avituallamiento, sentarme durante 10′ y comer fruta y algo sólido antes de proseguir mi camino.

Los sentimientos, además, eran encontrados por ir continuamente recordando lo que nos pasó dos años atrás en las cercanías de este punto. Esta carrera la hacía por mí y por todas las horas de entrenamiento que pongo en solitario para poder afrontar en buenas condiciones y seguridad este tipo de pruebas, pero también la corría por Rober, mi amigo y entrenador, quien tuvo que ser evacuado en helicóptero con un golpe de calor dos años atrás. Unos segundos de reflexión en el lugar de los hechos, y la moral por las nubes para seguir afrontando el resto de la carrera.

Pico de la Nieve – Pico de la Cruz

Desde aquí y hasta el siguiente avituallamiento, bastante cercano, el terreno era mucho más llevadero, con continuos sube-y-bajas en los que se iba sumando desnivel acumulado pero podía sobrellevar sin sensación de esfuerzo desmesurado. Lo que retenía subiendo lo recuperaba después bajando, y las vistas sobre la Caldera y el Roque realmente ayudaban a que el tiempo pasara más deprisa. El calor se hacía más presente, con la agravante causada por la altitud y sus efectos relacionados con la deshidratación, pero afortunadamente esta vez no pasaron a mayores como en 2015.

En ruta, la mezcla de corredores de la modalidad maratón y del ultramaratón ya era una constante, y a los segundos nos venía incluso bien poder “coger la rueda” de corredores con las piernas más frescas y que llevaban un ritmo más vivo, mientras las fuerzas lo permitían.

Pico de la Cruz – Roque de los Muchachos

Los últimos 4 km antes de llegar al techo de la isla de La Palma fueron de los más llevaderos en carrera. El terreno sigue siendo un sube-y-baja constante, pero su cercanía con la carretera que sube hasta el observatorio astronómico asegura siempre buena presencia de aficionados animando a todos los corredores. Este ánimo se contagia, y teniendo el Roque tan cerca la hermandad y conversaciones con otros corredores fluyen para llevarnos casi en volandas los unos a otros hasta la cima, a más de 2400 msnm, del Roque de los Muchachos, el cual conquistaba después de 9h 10’ de carrera, 40’ por debajo del tiempo previsto estimado para conseguir el objetivo que tenía marcado en carrera.

No me esperaba para nada llegar al Roque con tanto margen, pero fue algo que ponía de manifiesto el buen estado de forma en el que llegaba, dentro de los límites de lo más estándar, ya que no somos héroes ni pretendemos serlo, pero sí servía como contínua motivación. La idea principal era coronar el Roque en 9h 50’, y de ahí darlo todo en la bajada y ascenso final a Los Llanos de Aridane, pero el plan estaba cambiando, y visto cómo afronté los siguientes kms, para bien.

Roque de los Muchachos – El Time

En el Roque hice la segunda y última parada del día, comí algo de fruta nuevamente y un poco de pasta, y 10’ después de haber entrado al avituallamiento enfilaba el duro descenso que en 18 km nos llevaría desde los 2400 msnm hasta el nivel del mar. Un auténtico rompe piernas que en 2015 tuve la ocasión de afrontar con las piernas muy sueltas y sensación de velocidad, y este año fue más un progreso constante y sin parones, para finalmente emplear el mismo tiempo. Sin duda la constancia en un ultramaratón es el mejor aliado del corredor, y una lección muy bien aprendida este año, cuando las sensaciones en bajada no fueron las ideales.

La zona del descenso hasta la torre de El Time es muy bonita, volviendo a un bosque de pino canario después de dejar la zona alta donde sobre el terreno la vegetación se reduce a arbustos y el paisaje es semidesértico, con más piedras y rocas entre senderos de arena que otra cosa.

El Time – Puerto de Tazacorte

Seguramente, aquí pasé los peores momentos de carrera en esta edición. Sabía que estaba bajando más lento (en cuanto a ritmo) que en 2015 aunque después y curiosamente, al analizar y comparar los parciales, como he mencionado antes, me salió el mismo tiempo en ambas ediciones. En 2015 bajé más rápido mientras iba en movimiento, pero también paré más tiempo en los avituallamientos del Roque y El Time, así que una cosa debió compensar la otra. Pero este año, las piernas no querían ni podían ampliar la zancada, sobre todo en las partes técnicas desde El Time hasta el Puerto de Tazacorte donde tuve que sacar de nuevo a escena los bastones para lidiar con antiguos caminos empedrados -no transitables para vehículos- de roca volcánica en los que había que llevar muchísimo cuidado para no sufrir torceduras y pisar lo más recto posible. Es un tramo bastante tortuoso, que una vez terminado viene seguido de caminos de asfalto entre huertos con pendientes del 15 y el 20% que tampoco ayudan a dar un respiro a la musculatura.

Al final ambas variantes (la más rápida con descansos, y la más lenta sin ellos) resultaron igualmente efectivas, pero sin duda que llegando con más frescura de piernas al descenso, es un punto donde se puede recuperar mucho tiempo y quizás pensar en objetivos más ambiciosos para otro año.

Puerto de Tazacorte – Los Llanos de Aridane (Meta)

Después del descenso final, con el zig-zag empredrado sobre el Puerto de Tazacorte, con unas vistas impresionantes del Barranco de las Angustias y la playa de arena volcánica y el ambiente, la música y los aficionados que esperaban a escasos minutos para darnos el último empujón para afrontar los últimos 5 km hasta meta, tocaba una vez más sacar fuerzas de flaqueza y negociar el último ascenso hasta Los Llanos de Aridane.

Las piernas estaban cansadas, pero correr todavía era posible. El primer km de estos últimos 5 se pasa justamente remontando el barranco, para después afrontar los siguientes 2.5 por una subida de asfalto muy empinada, entre plantaciones de plátano canario. Es aquí donde aproveché para llamar a María para avisar de mi inminente llegada, y a la vez donde tuve un pequeño bajón de energía que prácticamente me dejó clavado en un sitio durante un par de minutos. Estaba tan cerca la meta, y a la vez avanzaba tan despacio… hasta que un compañero corredor se preocupó por mi estado y me fue dando conversación hasta que alcanzamos la avenida principal de Los Llanos, con la meta ya al fondo. Como por arte de magia, las piernas volvieron a responder y afrontaron los últimos 1.5 km corriendo, como si no llevaran más de 12h de acción, permitiéndome disfrutar de chocar manos y de esos últimos 5 minutos hasta el final, dando todo lo que quedaba dentro, donde unos metros después me esperaba María para verme cruzar la meta en 12h 49’.

Objetivo conseguido, y con creces. Seguramente, una de las mayores satisfacciones deportivas hasta la fecha, y de las carreras que mejor sabor de boca me han dejado. Por mi parte, me produce si cabe mayor satisfacción el haber terminado esta edición en prácticamente 2h menos con respecto al tiempo de 2015. De haberse mantenido el mismo recorrido que en 2015, seguramente podríamos hablar de haber acabado en menos de 12h 30′, reduciendo en 2h y 15′ aquel tiempo. Para próximas ediciones estoy seguro que podremos plantear objetivos aún más ambiciosos y, por qué no, bajar de las 12h.

Y para acabar, dar las GRACIAS:

  • A María, por su fidelidad y apoyo incondicional.
  • A mi familia, por su preocupación y cariño.
  • A Rober, porque los éxitos en equipo son dobles.
  • A vosotros que, de una forma u otra, me seguís allá donde mis piernas me llevan.

Un comentario en “Transvulcania 2017

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